Estos días he visto tres que comparten un mismo tema: la magia (la real, la que se hace en teatros, no en mundos maravillosos o paralelos). A pesar de compartir ese tema, las tres son muy diferentes: ‘El ilusionista’, ‘Ahora me ves’ y ‘El truco final’.
‘El ilusionista’ no la recordaba tan mala. El argumento resulta insustancial a pesar de querer contar una gran historia, sólo tiene un personaje que merezca la pena (tanto por la actuación del actor que le da vida como por su historia), es predecible y el final, ilógico.
‘Ahora me ves’ es todo efectos especiales, y aunque cuenta con grandes actores, están completamente desaprovechados. Todo esto daría una gran película de entretenimiento si no tuviera ese final, un final sin pies ni cabeza.
Por su parte, ‘El truco final’ es simplemente redonda. Igual de entretenida o más que la anterior, pero con algo que decir y con una estructura narrativa impecable.
Las películas como ‘Ahora me ves’, de puro entretenimiento, son muy necesarias (no siempre tenemos que buscar el sentido de la vida en un largometraje), y yo soy el primero que las disfruto. Pero toda obra, de cualquier ámbito, debería aspirar a dar, aunque sea, un poco de «algo más». O, al menos, una buena historia. Pero cuando el final la fastidia es difícil valorar una película en conjunto.
Sin embargo, mi opinión sobre ella es bastante mejor que la de ‘El ilusionista’. Esta película sí trata ciertos temas, su gran problema es cómo se tratan. Ambas tienen un giro final, por al menos en ‘Ahora me ves’ no resulta previsible, y los actores, aunque desaprovechados, impregnan de carisma a sus personajes. Aquí los protagonistas resultan insulsos, no dan calado a la historia que quieren contar.
‘El truco final’ nos da todo lo que les falta a las demás. Aunque comparte muchos de sus elementos (al final todas se basan en los secretos de los magos), la obra de Nolan toca muchos temas de interés, tiene algo que decir, nos hace reflexionar, y lo consigue por la unión de sus muchas virtudes: personajes profundos, interesantes, interpretados por actores que les dan vida magistralmente, pero, sobre todo, por su estructura narrativa.
Esta estructura se ve perfectamente culminada con el final. También tiene un giro inesperado, pero hay una gran diferencia con respecto a los dos que ya he comentado. La película construye un puzzle del que vemos algunas piezas, indicios de qué puede ocurrir y que se ven claros en un segundo visionado, pero no es hasta que llega el final, la última pieza, cuando vemos cómo todo encaja perfectamente.
Así pues, ya sabéis qué película os recomiendo de las tres, sin ningún tipo de dudas. Sin embargo, es interesante realizar el ejercicio de verlas todas para comparar por vosotros mismos sus diferencias y similitudes.
Deja una respuesta