Una nota lingüística sobre el asunto de Cataluña

Estamos viviendo unos tiempos extraños con el tema del independentismo catalán. Un referéndum no vinculante montado de cualquier manera, Independencias que duran ocho segundos, boicots a productos catalanes, moossos y policías incómodos… Es una situación durísima y muy compleja de la que no me atrevo a hablar en profundidad porque no tengo ni la formación necesaria ni las ideas tan claras como para hacerlo.

Lo que sí voy a hacer, ya que voy a escribir algo sobre el asunto (por muy escuetamente que sea) es posicionarme. Puede que solo sea la opinión de un ciudadano español no demasiado informado, pero vistas las barbaridades que se leen en ciertos foros, creo que tengo el derecho a expresarla.

Si hago una simplificación insultante, diré que yo no veo sentido a pelearse por un trozo de país en un mundo cada vez más globalizado. Así se lo he hecho saber a gente que ha intentado convencerme incluso de un independentismo andaluz. A pesar de que en su momento tuve mis reticencias y a pesar de sus muchos defectos, creo que la Unión Europea tiene muchas ventajas, y atomizar aún más los países me parece un gran error.

Teniendo esto en cuenta, es bien cierto que una parte del pueblo catalán se siente diferente al resto de España, y los que no, al menos deberían tener el derecho de decirlo en las urnas. Pero de un modo constitucional, lo cual requiere paciencia, un gobierno catalán más consciente de sus acciones que el de ahora, y un gobierno central que no mande policías a pegar a los ciudadanos (por muy pocos que fueran, los hubo).

De lo que os quiero hablar hoy, y es un tema al que no se le ha dado mucho bombo, es la división del país en el terreno lingüístico. Basta con observar en cuántos médicos de comunicación se habla de «Cataluña y España» como si ya fueran entidades independientes.

Que yo sepa, hasta que no se diga lo contrario siguiendo las vías correctas para decirlo, Cataluña sigue siendo España, ¿no? Entonces, ¿por qué no se habla de Cataluña y «el resto de» España? ¿No se dan cuenta de que, usando ese lenguaje, consciente o inconscientemente (más bien lo primero) le están dando validez a los políticos independentistas absurdos (esos que parecen independentistas más por llevar la contra que por convicción) y solo consiguen dividir el país aún más?

Nótese que he dicho «políticos independentistas absurdos», no «independentismo absurdo»: insisto en que el independentismo puede tener su justificación; la forma de actuar de los políticos independentistas, no.

España está dividida, rota, y es una herida que, me temo, va a tardar en cicatrizar. Estamos en un momento en el que es fácil odiar a todo el mundo (véase los atentados del ISIS: la gente culpa a todos los musulmanes; ahora tachan a todos los catalanes de independentistas), los medios de comunicación y los ciudadanos deberíamos cuidar nuestra forma de hablar para no difundir ideas equivocadas o inexactas.

Que lo digan los catalanes independentistas tiene un pase, porque después de todo lo que quieren es diferenciarse, pero ni todos los catalanes son independentistas ni, insisto, los actuales políticos independentistas se merecen la satisfacción de que todos hablemos de Cataluña como algo enfrentado al resto de España, porque no lo estamos. O no deberíamos estarlo.

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