Ideas sobre la docencia en Secundaria

El Máster en Profesorado que acaba me ha servido para mucho: he confirmado mi vocación por la docencia, he confirmado muchas ideas previas en el aula y he concretado ideas abstractas. Tras el estudio y la práctica directa (aunque breve), tengo ideas muy claras sobre la profesión, ideas que se refinarán o cambiarán cuando me vea en la situación de afrontar un curso entero. Algunas de ellas son las siguientes:

  • Cada grupo es un mundo. Cada uno tiene sus necesidades específicas, sus miembros se relacionan de una manera diferente, y esto influye completamente en la manera de dar clase.
  • Todo son variables. La estación, la hora de clase, el estado de ánimo de los alumnos, posibles problemas entre ellos, el clima del centro y del aula… El profesor tiene que estar atento a todo, siempre dentro de sus posibilidades y siendo fiel a sí mismo, y mirar por lo mejor para el grupo.
  • No se puede tener controlado todo. En relación con lo anterior, tener en cuenta los factores mencionados es importante y conocer estrategias para afrontar diversas situaciones también, pero hasta que no se está en el aula con el grupo concreto y a la hora concreta, no se puede saber a ciencia cierta cómo se desarrollará una sesión.
  • La dependencia a la tecnología es contraproducente. Sobre todo a internet. Aunque se hagan uso de las tecnologías, siempre hay que llevar los recursos bien preparados y dejar al azar cuanto menos mejor en relación con estos temas. Y el recurso tecnológico no debe ser el único, siempre hay que contar con un plan B.
  • Los alumnos no están en Secundaria para ser expertos en una materia. Se repite como un dogma, pero oh, qué difícil es de lograr. Que los alumnos salgan del centro con juicio propio, que las materias les proporcionen habilidades para afrontar el día a día. Qué tentador es llegar a clase y explicar los pormenores de Garcilaso. Es algo que hay que hacer, pero debe servir para algo más.
  • El profesor debe ser honesto. Sin ponerse en entredicho, no hay que representar un personaje (el típico consejo de «no sonreír hasta diciembre») ni hacer ver que todo está bajo control y que estamos en posesión de todo el conocimiento. Si nos equivocamos admitimos nuestro error, y si no sabemos algo, nos comprometemos a buscarlo y responder el día siguiente.

Muchas de estas ideas las he plasmado en los diferentes trabajos del Máster, y todas dan lugar a una entrada mucho más elaborada con una explicación más pormenorizada. El tiempo dirá si aparecen o no.

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